lunes, 20 de enero de 2014

UNA CATEDRAL EN EL DESIERTO DE NUEVO MEXICO

Después de abandonar la universidad y fracasar en distintos trabajos como empleado de correos, guardia de seguridad o cavando agujeros para tuberías, Ra Paulette decidió retirarse a meditar al desierto de Nuevo México. 










Justamente allí, casi sin querer, inició una tarea Titánica con la única ayuda de un pico, una pala y su imaginación.




Corría el año 1985, trabajó incansablemente durante 25 años y, lo que comenzó como una pequeña capilla para pensar y encontrarse a sí mismo, se convirtió en una enorme catedral subterránea tallada a mano con 14 galerías que se extienden por más de 8.400 metros cuadrados.




A sus 67 años, Paulette nunca imaginó que escavar en tierra arcillosa del desierto la haría famoso. “No gasto ni un gramo de mi energía en tener éxito”, asegura.




Sin embargo, el próximo día 2 de marzo su increíble historia podría alzarse con el oscar a mejor cortometraje documental.



Cuyo título es “El Excavador”, que es la máxima favorita en su categoría después de acumular media docena de premios en distintos documentales, pero su protagonista nunca pisará la alfombra roja.




Prefiere “el polvo, la soledad y la belleza de la naturaleza”, según explica en su web aunque algunas de sus ‘cavernas de meditación’, como Paulette las ha bautizado, están a la venta por casi un millón de dólares. El artista aclara que no es el dueño del terreno y que no tiene “nada que ver” con el negocio. Lo suyo es una cruzada personal “por crear obras que no sean un fin en sí mismas sino una herramienta de cambio espiritual y social”.




Quienes le conocen dicen que es como es como Miguel Angel cuando pintó la Capilla Sixtina. no se le puede decir que es lo que tiene que hacer, le guía una fuerza superior”. 




Otros le comparan con un drogadicto. “cuando tiene una pala en la mano es como un cocainómano con varias dosis, no puede parar”, aseguran.





Ra Paulette reconoce que no es capaz de poner la mente en otra cosa. “Estoy totalmente obsesionado, pienso en ello las 24 horas del día”, reconoce. 




Sin embargo, no se siente un artista: me siento más un arqueólogo que está descubriendo algo que ya estaba allí”.




El arte fluye por el universo para descansar en manos del que esta preparado para darlo a conocer y entregarlo de vuelta al Universo.



En 2005, una campaña publicitaria catapultó a la fama a Justo Gallego, un antiguo monje que había decidido levantar una catedral en el municipio madrileño de Mejorada del Campo. 



Aunque casi una década después, el futuro de este templo, construido con todo tipo de materiales de desecho y sin seguir ninguna clase de proyecto técnico, es más incierto que nunca, su historia continúa haciendo honor al eslogan de aquel anuncio: «El ser humano es imprevisible».

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